Elegí venir al mundo a través de padres muy jóvenes. Un padre que estaría ausente en mi infancia y una madre exigente que no estaba disponible para mí como yo lo necesitaba. Esto fue perfecto para que desarrollara un miedo profundo a la soledad y al abandono. Aprendí a comportarme como se esperaba de mí. Era tranquilo, fácil de llevar, me adaptaba a cualquier persona y situación, no solía ocasionar problemas, y parecía no tener muchas necesidades. Era un niño bueno, miedoso e inseguro.

De adulto el punto sensible en mi vida eran las relaciones íntimas, repetía los mismos patrones dolorosos una y otra vez. Cuando estaba soltero deseaba unirme profundamente a una mujer y esperaba  con ansias la pareja ideal para que le diera un sentido a mi vida. Cuando estaba en pareja nunca estaba realmente satisfecho y vivía en un constante estado de alarma, tensión e hipervigilancia. Aunque me esforzaba por ser un buen amante, no lograba sentirme seguro ni recibía lo que esperaba de la relación. Vivía con miedo a cometer algún error o a no ser lo suficientemente bueno y que mi pareja me deje. Me apegaba a  ella y era muy dependiente de su aprobación. Escondía mis necesidades, ocultaba información, manipulaba e intentaba controlar la relación para que no me abandonen y finalmente la profecía se cumplía. Se alejaban de mi, el deseo se apagaba y me terminaban dejando.

Tras varios fracasos amorosos y toneladas de frustración, impotencia y dolor, decidí pedir ayuda. Acompañado de terapias individuales y grupales comencé un proceso profundo de indagación y trabajo interno. En este proceso encontré respuestas, comprensión, sanación, sabiduría y una salida a mi sufrimiento. Al ver mi propia transformación y los grandes resultados que estaba obteniendo de dicho proceso, quise profundizar más y me forme como terapeuta a través de diferentes procesos y modelos.

Actualmente sigo mi proceso de transformación con determinación y entusiasmo. Aprendiendo, recordando, encontrando y compartiendo lo que la vida me ha estado enseñando a través de esas experiencias dolorosas y poniendo al servicio lo que a mí me ha servido y beneficiado. 

Gracias a la experiencia y a todos los maestros y maestras que me han acompañado, desafiado y enseñado, ahora comparto con entusiasmo y seguridad que si es posible sanar y transformarnos !Si se puede!